Una de las dificultades por las que atraviesa el campesinado en Ituango ha sido el acceso a la energía eléctrica. A pesar de la construcción del proyecto hidroituango en su territorio y de que Colombia es un país potencia en generación de ésta energía, muchas veredas cercanas al nudo del Paramillo no han gozado de la electricidad. Pero algunas familias que antes cocinaban con leña ahora lo hacen con biogás. Y no sólo eso: la implementación de bioabonos, a partir de los biodigestores, para sus cultivos, está mejorando la producción. Y la intención es perfeccionar este sistema, y por eso el pasado mes de agosto, entre el 16 y 18 se realizó en el municipio de Ituango, norte antioqueño, el curso Teórico Práctico sobre Agroecología y Energías Alternativas.
Hubo en este curso dos detalles significativos: el ingeniero agrónomo y especializado, Dairom Blanco Betancourt, encargado del curso, es de nacionalidad cubana. Por otro lado, John Jairo Álvarez, “el Cangrejo”, un humilde campesino, junto a su hermano y otros albañiles construyeron un biodigestor mientras se hacía el curso.
Dairom trabaja para la Estación Experimental de Pastos y Forrajes “Indio Hatuey” de Cuba. Su presencia en Ituango tenía que ver con la intención de compartir e intercambiar sus conocimientos sobre los biodigestores y, en general, sobre prácticas agroecológicas en el campo.
El “Cangrejo”, por su parte, se convirtió en el primer oficial constructor del biodigestor de tapa fija en Ituango. Él es admirado en su pueblo por su ingenio, agilidad y habilidad para trabajar. Se sube escaleras sin dificultad y se trepa por cualquier barranco como si fuera una araña, y es reconocido por sus conocimientos empíricos en la mecánica automotriz. Todas estas habilidades las puso a jugar para la construcción del biodigestor en la finca “las Chambas”, la primera de este modelo en Ituango. El “Cangrejo” trabaja sin importarle la discapacidad en sus piernas, producto de una poliomielitis, porque no se siente en discapacidad. Pero esta condición no le valió para evitar que fuera detenido el pasado 26 de agosto de 2012, cuando lo sindicaron de guerrillero. Afortunadamente, fue liberado el 3 de septiembre.
Conocimientos y prácticas al alcance de las comunidades
Al iniciarse el curso, Dairom observó que era necesario que los/as participantes aclararan unos conceptos técnicos básicos con respecto al proceso químico y físico de los biodigestores. Y, para ello, empezó por la explicación de la materia prima: el biogás. “El biogás es un compuesto de gas generado en el proceso de fermentación (descomposición) anaeróbica (que no está expuesta al oxigeno) de los compuestos orgánicos como el estiércol de animales, cuerpos de animales y otros elementos provenientes de las plantas. Esta materia va destinado a una planta digestora”.
Dairom agregó que los elementos principales del biogás son el metano (CH4), el dióxido de carbón (CO2) y otros gases. “El metano es el gas inflamable y ocupa el 50% al 70% de la mezcla. Por eso se puede aprovechar el metano como un tipo de combustible. La transformación de los componentes orgánicos es el proceso de descomposición con la participación de microorganismos”.
Dairom destacó, además, que el biogás está presente en los entornos naturales, como ocurre en el fondo de los charcos estancados o pantanos. Pero de manera artificial, el biogás es producido desde las plantas construidas por diferentes procedimientos y se denominan como biodigestores. Uno de los propósitos de la obtención de biogás es el tratamiento de la materia residual para reducir la contaminación. El estiércol que producen las diferentes especies de las fincas, esa materia que produce gas metano, tiene 21 veces más efecto invernadero que el mismo dióxido de carbono, aseguró Dairom. “Estos gases son los que terminan afectando la capa de ozono”.
Beneficios para la economía campesina
Los beneficios en la economía campesina se expresan en las satisfacciones de necesidades como, por ejemplo, utilizar el biogás para cocinar o para iluminar a través de lámparas caperuzas. Según comentó Dairom, se puede utilizar incluso en los motores generadores de electricidad a base de gasolina, siguiendo una serie de procedimientos.
Para demostrar el ahorro en costos con la implementación del biodigestor, Dairom calculó cuánto cuesta cocinar con leña en la finca “las Chambas”. El cálculo determinó que le cuesta en el año, aproximadamente, 6 millones de pesos, y gran parte de ese valor corresponde al jornal de la persona que busca y lleva la leña, más sus herramientas. Pero el costo por la tala de árboles, dijo Dairom, es incalculable, y el uso de la leña para cocinar conlleva enfermedades que pueden ser irremediables. En cambio, con la construcción de un biodigestor de tapa fija para ésta finca, el costo aproximado fue de 5 millones de pesos, y Dairom pronosticó que si se le hace un buen uso, éste puede durar hasta 25 años.
Pero, además, de los biodigestores se puede obtener un importante bioabono. Por ejemplo, a Orencio Morales, presidente de la Asociación de Pequeños Ganaderos de Ituango –Asogadi-, la utilización del bioabono le ha permitido obtener una mejor calidad en los cultivos de caña, de pastos y de café. Y no sólo obtiene abonos a partir del biodigestor, también tiene dos lombricompuestos que aprovechan el estiércol de los cerdos y así abona las hortalizas, los frutales y los cafetales.
Ha sido tan significativo económicamente, que Orencio, durante un año, ha abonado una sola vez con fertilizantes químicos a su cultivo de café de variedad castilla, mientras que en otras fincas que tienen la misma variedad de café y con la misma edad que el suyo, ya van por la tercera abonada con fertilizantes químicos. Orencio explicó que esto se debe a la preparación que le hizo al terreno previamente a la siembra en la que utilizó abono orgánico. Además, Asogadi ha determinado que ésta finca puede abastecer en un 50% el consumo de una familia, y eso es gracias a la diversificación agropecuaria y al trabajo con los abonos orgánicos.
Del curso quedó la idea de multiplicar el conocimiento adquirido en estos tres días, bien sea a través de cursos sobre elaboración de biodigestores, o con la venta de bioabonos y biopesticidas. O también compartiendo lo aprendido con campesinos/as para que puedan mejorar su economía familiar, ya que la dependencia de las transnacionales en cuestión de semillas y fertilizantes es uno de los elementos que está quebrando a la economía campesina.
Tmado de periferiaprensa.com
(ARTÍCULO PUBLICADO EN LA EDICIÓN IMPRESA No. 77 EN EL 2012)
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