ELECCIONES 2018 [Opinión]
17 jun. CI.- Respecto a la segunda vuelta, hay que mencionar que es el enfrentamiento de dos realidades históricas, sociales y políticas. Y, sobre todo, es la confrontación de dos modelos de país que (en cabeza de Petro y Duque) compiten por el poder ejecutivo.
Por Yari Arias*. Duque ha reunido la gran mayoría de clase política tradicional, incluyendo tanto a los grupos electorales que se han movido entre el clientelismo y la ilegalidad como el apoyo político de Cambio Radical y el Partido de la U. Ambos partidos en el anterior Gobierno fueron criticados por toda la bancada Uribista. Las fuerzas políticas tradicionales, en su mayoría, apoyan el proyecto de dominación y guerra de la ultraderecha.
Aún así, ambas campañas han convocado a sectores y personalidades que antaño no habían estado tan vinculados de manera visible a la política electoral: algunos escritores, artistas, actores han salido a tomar postura; así como movimientos ambientalistas y la comunidad Lgbtiq han reconocido en las diferencias de las campañas sus oportunidades y amenazas.
La mayoría de movimientos sociales alternativos, étnicos y populares han reconocido en la propuesta de Colombia Humana la defensa de los derechos y políticas que se han ganado a pulso y también posibilidades de avance en estos temas.
Sin embargo, en este juego de posturas y discursos contrapuestos han salido a flote también la postura de los medios de comunicación. No han sido pocos los artículos, las entrevistas, las editoriales y los análisis que han tratado de una u otra manera a cada Campaña Presidencial. Los medios tradicionales y populares han evidenciado su cercanía o aversión con las dos propuestas de país.
Las redes sociales están inundadas de entrevistas a Duque en las que el candidato baila, toca guitarra o juega con la pelota. Mientras tanto, periodistas de opinión como Luis Carlos Velez cuestionan duramente a Petro por sus vínculos familiares y deudas personales; como Néstor Morales quien lo entrevistó por casi dos horas solo para después (cuándo el candidato ya no se encontraba en cabina) cuestionar y criticar sus propuestas; o Darío Arizmendi (quien despidió su entrevista con Duque deseándole éxitos este domingo “por el bien de Colombia”) señalando una y otra vez a Petro de infundir miedo entre los colombianos, o vinculando constantemente su proyecto político con una idea distorsionada del fantasma del “castrochavismo”.
En esa línea de interacción, diarios nacionales publican su apoyo abierto al candidato Duque. A pesar de escriben con muchas imprecisiones (como llamar “relativa inexperiencia” al hecho de que un candidato ha sido propulsado por padrinazgos políticos como el de Álvaro Uribe y que Duque es “una persona estudiosa y con enorme capacidad de aprendizaje”. Trabajos como estos confirman la posición de las familias dueñas de esos grandes medios que entiende, como empresas que concentran grandes capitales, la oportunidad de apoyar a Duque.
El problema no es solo la ausencia de posturas críticas y de cuestionamientos hacia el proyecto político Uribista, o el uso constante y repetitivo de lugares comunes para criticar a Gustavo Petro. Tampoco lo es la falta de crítica con el proyecto político de Duque. Sino que estos apoyos electorales se traducirán seguramente en deudas políticas de impunidad o favores que incluirán ganancias de mayores presupuestos gubernamentales a su favor.
El problema también está en que sus posturas, prejuicios, odios personales y miopías políticas lleva más de 50 años de crear odios en la población colombiana hacia todo lo que no sea el proyecto de guerra de la derecha.
La ausencia de una postura crítica en los medios masivos de información tiene que ver con que los apellidos de sus dueños son Ardila Lulle, Sarmiento Angulo o Santodomingo; son los mismos que se han apropiado de otros sectores económicos claves para la nación.
CI YA/CC/17/06/18
Información tomada de http://www.colombiainforma.info/
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